III
No te destapes, Bagdad mía, no muestres aún tus encantos. Déjame con la deliciosa duda, el misterio de tus ojos, por los cuales muero sin saberlo.
No me mires, mejor, nunca sabrás quien soy, nunca sabrás quién es el que se arrastra acechante hacia tu silueta confusa, la nube que difumina tu cuerpo, que todavía no me atrevo a pintar por miedo a cometer sacrilegio. No destapes tus bellezas, tan sutiles, dogmas de un serrallo angelical.
No te atrevas a tocar, pureza mía, las pasiones de este mundo, pues no te corresponden.
Te perdonaré por tu eterna ausencia.
Me dejaré consumir por tí, tu recuerdo, hasta que ya no me quede sangre en el cuerpo.
Te la doy toda, pues tan solo sigue tu canto de sirena, una voz tan melodiosa que el oído no puede si quiera rozar, se dispersa antes de tocarlo, fundiéndose con el romper de las olas.
Tú eres yo cuando callo, cuando no quepo en mí y reboso sin quererlo de este cuerpo mío, esta cadena de luz y de sombra. Por favor, no te apiades, no bajes a salvarme, nada me haría más daño que verte conmigo, compartiendo esta soga al cuello que poco a poco nos mata.
7 comentarios:
Pero que te la quita y te ame hasta el fin de los tiempos
Tu eres cuando yo callo.....muy bueno....
Eso nos hace permanecer mucho tiempo en silencio....
Salu2ssss.....
Vanidad
Plasplasplasplasplas!! In- cre -i - ble! Nada más que añadir, porque estoy por los suelos, tío. PD: Si te gustó Nebreda, puede ser que el lunes debieras pasarte... ahí lo dejo. Saludos de finde!
Te quedas con claves sobre el realto y haces que los lectores dudemos, indaguemos, imaginemos...
Me ha gustado mucho. He visto que hay dos partes más y tomo nota para en cuanto tenga un ratito pasar a leerlas. Me puede la curiosidad.
Un abrazo Migul
y más que tendrá...
Si hay mas es excelente noticia.
Porque vaya, ante un texto semejante acerca de las partes más elevadas de lo humano, uno no puede más que desear continuación.
Esperaré, paciente pero expectante.
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