Íbamos tan deprisa que no se ni cómo me di cuenta de que en el cartel ponía Zaragoza.
Recibí todos los posibles mensajes al mismo tiempo y ninguno me convencía demasiado. ¿Por qué tienes que quedarte sólo con uno? El que más satisfaga tu curiosidad claro. La moqueta está tan sucia que me da asco, y hasta vergüenza de que me vean pisarla con los pies desnudos, pero me da igual, charco de posible sangre coagulada, ¡allá voy! Hace tanto calor que los códigos de higiene se han ido al carajo. Todos nos quitamos un poco de ropa de manera impúdica, un botón desabrochado, unos calzoncillos largos a modo de pantalón… Así que no me importa guarrearme los pies en esta moqueta, de todas formas a todos se nos queda la planta de los pies negra en verano, o negra o sudada, depende de si eres de los que les gusta ir en chanclas o calcetines. Me gusta así, reencontrándonos con nuestro cuerpo sudoroso, fofo, blancuzco y peludo, no pasa nada señora, seguro que su marido tiene las mismas pintas antes de ponerse el pijama, ¿es usted viuda?, pues búsquese a alguien en una de esas reuniones de planta baja de hotel, con música latina y gente bailando al compás de una animadora (o casi más humillante aún, un humillador), seguro que las luces verdes y amarillas estilo discoteca le plantean un ambiente romántico, reconózcalo, ya está mayor para esos agresivos fucsias que declaran un amor imposible en las agendas de las estudiantes de segundo de la ESO.
1 comentario:
jaja, amigo, relato de una situación patética, me gustó
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