6 nov 2013

Está claro, la vida de la clase media de hoy en día es un coñazo y no merece la pena relatar las gilipolleces que pueda suscitar, como mucho puedes meterle alguna cosilla inventada. Pero lo que te inventas para quedar bien o causar un gran ¡Uooh! se nota a la legua y la gente lo escupe, y ahí se queda ese barullo de palabras que no valen ni para limpiarse los mocos. La gente que folla y se droga tiene cierto atractivo, y si lo sabes narrar bien eso tiene mucho tirón. Yo a lo más que llego es a hincharme de chupitos y vomitar, es lo más asqueroso que he hecho, y ni si quiera es nada original.
Encima me tengo que inventar personajes para poder meter confesiones a calzador que no me atrevo a escribir. Muy triste. 

La gente. La gente no se amolda a uno, ni tampoco uno se tiene que amoldar como si fuera un puto caniche. Es una mezcla de los dos. Pero si la gente no te convence hay que hacer un esfuerzo para perturbarla. También teniendo en consideración que las ondas perturbadoras en el terreno social se vuelven locas, y pueden repercutir como una explosión nuclear, pero lo más normal es que se amortigüen  para dejarte con el culo al aire. ¿Quieres montar un club de amantes del repollo porque el repollo te entusiasma? Pues no te esperes éxito, a la gente no le gusta el repollo, date cuenta. ¿Quieres montar un café literario? Pues tío, espérate poco movimiento. Algún amigo que te haga caso de borrachera y otros que pongan caras largas. Es lo norrrmal. ¿Te esperas más? ¿Una berborrea al más puro estilo Lezama Lima? Estás jodido. Así que vuelves a lo mismo: el Lunes sale un capítulo nuevo de la serie que sigues, el Martes te haces algo rico de comer, el Miércoles sales hasta las dos y te arrepientes el Jueves por la resaca, prometiéndote no salir ni beber nunca más, para qué, ¿te lo pasaste bien? no sé pero ahora tienes un dolor de cabeza de tres pares y un tío en frente que te da la chapa. El finde pasa a toda hostia y vuelta a empezar. Quieres salir. ¿Salir de qué? Y yo que coños sé, pero salir, tío, salir. Repasar algún texto, asimilar, pero ya estoy harto de leer, me han hinchado la cabeza de historietas. Cada cual con su gran ego restregándomelo por las narices. Del papel a mi materia gris, encendiendo minibombillas en mi cabeza, a veces provocando un gustirrinín muy rico; eso los que saben dónde hay que tocar. Yo también quiero meter mi manaza en cabeza ajena. Pero me quedo corto. No tengo historia, ya lo sé, lo he repetido muchas veces. Pero sí puedo marcarme un discurso que toque interruptores al azar, a ver si doy con la combinación correcta. Puedes estudiar electrotecnia como un matao para entender el mecanismo del interruptor. O puedes darle al interruptor porque sabes darle de toda la vida y se acabó. Y la luz se enciende. O no. Y entonces llamas al electricista, la luz acaba apareciendo, quieras o no. ¿Cuestión de tiempo? Yo qué sé.  Sólo sé que ahora está bien apagada, no me hace ni caso. Pero yo sigo dándole al interruptor como un poseso, y llamando al electricista. Aprender electrotecnia, ni loco. Si me canso me paso a otra cosa y listo.

1 comentario:

josé lopez romero dijo...

Te he leído amigo y es cual si fuera transmisión de pensamiento. Jodidos tiempos que tocan al mundo y a cada tierra nuestra, ojala empardemos en la materia, y tengamos un respiro llegado el momento. Alguno en la calle, otros escribiendo aunque parezca al pedo. Un arazo