26 feb 2009

Interrail (escritos movidos por el traqueteo de las vías del tren)

II
Dime dónde, dispuesto a todo, no siento remordimiento ni nada que me ate a la casilla de salida. Toda la melancolía se desprende de mí como el capullo de la larva, para dar paso al aire y lo desconocido.
A las pocas horas, ya no lamentaba la partida.
Suelto el freno, dispuestos a partir; con la sola consciencia del presente, y un futuro incierto envuelto en una sábana de niebla, para que no coja polvo y se estropee. Estoy inmerso en vivir, todos los órganos palpitan esperando placeres dulces, lejanos, desconocidos e interpretables.
Corred! Corred cual mascotas amaestradas! Ya no tenéis pasado, os llevo firmemente atadas a mis sienes. Hundiros hasta las rodillas, y cuando queráis más, meted las cabezas en el caldo de la vida, para una mejor ingestión.
Oh pasiones mías, cuántos recuerdos del futuro me evocáis. Me dejaré desgarrar por vuestras insaciables mandíbulas hasta que hagáis de mi papilla, la pulpa de la vida.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Buena idea; subirse al tren de lo nuevo, dejar atrás lo pasado, ya rancio de tanto darle vueltas. Volver a empezar.
Me gusta.

Bsss

Cabeza de Hierro dijo...

El vitalismo del último párrafo es admirable, digno del mejor eterno retorno.
Bravo de nuevo.

Viperina dijo...

Pues si esto es lo que se te ocurre viajando en tren, por favor, nunca viajes en coche; no quiero ni imaginar lo que me perdería...